Pere Fortuño


Pere Fortuño: Mi historia


Hola amigos, me llamo Pere Fortuño y tengo 45 años. Qué bien, pensaréis ¿no?
Nací un jueves soleado del mes de abril a las 12:20 del mediodía. Era un bebito normal, rubito y con 3’5kg de peso.
Nací dentro de una genial familia, una família que se encargó de darme una niñez espectacular y una educación precisa a pesar de crecer sin la figura de mi padre. Mi madre, mi abuela y mi abuelo se encargaron de ello y de que nunca me faltara de nada.
Fui creciendo y haciendo las cosas de cualquier niño normal… Fui a parvulitos y entré ya al cole. Fui inscrito a los Maristas de les Corts, colegio acadÉmicamente duro pero de dónde salí bien preparado.
Yo iba aprobando aunque no me gustaba mucho estudiar, porque donde yo me lo pasaba bien y a lo grande, era en el recreo, en el patio, en esos megapartidos de fútbol, basket… Se jugaban cuatro y cinco partidos a la vez de todos los que éramos, pero aun así era divertidísimo. Me partía el alma detrás de cada pelota aunque por suerte, allí pude empezar a descubrir nuevos deportes y digo por suerte, porque me encantaba, teníamos la asignatura obligatoria de natación. Empecé a despuntar de pequeño hasta que el entrenador me hizo formar parte del equipo de natación del cole. Llegando a ganar varios títulos escolares, y me da cosa decirlo, pero nadaba más rapido con 15 años que ahora.
Y en el cole también descubrí el atletismo, llegando a correr 2 Jean Bouin categoría escolar.
Hasta aquí diréis muy bien campeón, como cualquier niño de tu edad, ¿no?
Pues no, amigos, a toda esta historia, teníamos que agregarle un pequeño handicap, era un niño gordito. Bueno, más que gordito… ¡era un niño muy gordo!
Aunque eso nunca me hizo rendirme delante del deporte o delante de cualquier otro reto.
Toda mi vida ha sido una lucha encarnizada con mi cuerpo, toda mi vida con dietas y regímenes inútiles, médicos, dietistas. Tenía épocas mejores y épocas peores. Baja 20kg, recuperas 25kg…y así siempre.
Con el tiempo, dejé la natación y waterpolo al que también acabé jugando, hasta que con 17 años un entrenador de rugby del F.C.Barcelona, me vió y me ofreció ir a hacer una prueba para jugar con ellos. Eso estaba genial porque en ese deporte, ¡un gordito encajaba bien! Y así fue, pasé la prueba y acabé jugando cuatro años allí.
Pero por casualidades de la vida, un desconocido, me vió en el metro y me convenció para probar un deporte nuevo para nosotros y en el que también los gorditos éramos piezas fundamentales. Y así fue como me inicié en el fútbol americano. Y bueno, 21 años me tiré jugando a ese bendito deporte, haciéndolo era feliz y pasé muy buenos ratos. Conocí a gente espectacular entre ellos a mi mujer.
Y como jugador, no me puedo quejar. 8 veces campeón de España, 9 copas de España, 12 copas de Catalunya, 1 subcampeonato de Europa y selecionado por Catalunya y España.
Pero aunque todo esto que parece un cuento muy feliz y espectacular, no lo es del todo cuando con el tiempo, un chico que ama el deporte empieza a ver que no es capaz de rendir el mínimo. Que a pesar de ir cada día al gym y entrenar tres veces por semana con el equipo, su peso se empieza a disparar por culpa de su metabolismo, llegando a subir 15kg en un mes.
Aquí ya llegamos al extremo de que mi salud era cada vez peor y peligraba mi vida. Me ahogaba al correr, las rodillas no aguantaban mi peso, iba todo el día cansado y ya no tenía ni ganas ni ánimo para salir de casa. Cuando dormía tenía 70 apneas por hora, los médicos se hacían cruces de cómo no me había dado un ictus cerebral o un infarto.
Había que poner solución a esto porque la situación, mi situación, era crítica. Con el apoyo de mi família y mi mujer, me embarqué en lo que iba a cambiar mi vida. Entré en protocolo para intervenirme de reducción de estómago. Una operación, en mi caso, muy peligrosa y muy delicada por mi elevado peso, llegué a pesar la tarde antes de operarme la friolera de 184 kg.
Gracias al cielo, ingresé en Vall d’Hebrón para operarme estando hecho un animal, pero un animal rozando el límite de su cuerpo y su corazón. Afortunadamente todo salió bien, aunque el cirujano, al salir de quirófano, le comentó a mi mujer que con ésta operación, sólo perdería unos 40kg y en el período de un año, bueno, pensé, en un año estaré por debajo de 150kg.
La recuperación fue espectacular y al mes y medio estaba ya en el gym y en 5 meses después de operado estaba entrenando de nuevo a fútbol americano.
¿Resultado? Pues que en esos 5 meses ya había perdido los 40kg esos que «sólo» iba a perder.
Con la operación y la reducción de estómago, habían ayudado a ese niño gordito a comer lo necesario, simplemente lo justo y bien, y si a eso le añadimos que era un apasionado del deporte, ¡se había desencadenado la tormenta perfecta!
Seguí con el gym y con el football, pero también empecé a salir a correr. Primero 1km, al día siguiente otro, y así llegaron los 2km, 3km… hasta engancharme al running.
Empecé a amar al running, una cosa que siempre había odiado porque me ahogaba al minuto de empezar.
Además conocí a un grupo de running, ¡ya no iba a correr solo! Iba a correr con más gente y a aprender de ellos y con la tontería cayó la primera carrera de 5000, y otra, y otra… La primera de 10000 y claro, los -40kg, fueron -50, -60, -70 y -80…
¡Ostras! Haciendo lo que me gustaba y disfrutando estaba en 100kg y estaba ¡loco de contento!
Ni nada ni nadie me podía parar.
Estaba contento, feliz, salía en bici de montaña, salía a correr, jugaba al football. Me puse a pensar ¡y malo! En ese momento me dije, ahora corres, vas en bici, te gusta nadar… ¿por qué no nos atrevemos con un triatlón?
Sería la culminación de todo este cambio, sería demostrarme a mí mismo que todo había valido la pena, ¡serviría para demostrar a mucha gente que sí se puede!
Se puede pasar de sentirte, y siento las palabras pero es la triste realidad, puedes pasar de sentirte  un bicho al que todos miraban, señalaban, se reían, se burlaban, a ser un chico capaz de hacer un deporte impensable un año antes.
Y así lo hice, entrené, entrené y entrené. Yo solo me hacía los entrenos, me superaba cada día a mí mismo. Entrenaba triatlón cuando no tenía entreno de fútbol americano. Seguía con la BTT y nadando cuando podía, ¿pero sabéis una cosa? A motivación y a ganas, ¡nunca me iba a ganar nadie!
Y eso que yo venía del football, de ganarlo todo, y me estaba metiendo en un deporte que no era nadie. Pero eso me daba igual, porque yo sabía como estaba hacía un año y atravesar la meta iba a ser la mayor recompensa para mí.
Y en eso que me apunté al Garmin del 2012 en categoría Sprint.
Me dejaron una bici de aluminio una semana antes de hacerla y me compré lo mas necesario.
Llegó el día, ¡que nervios! ¿Realmente estaba preparado? Sólo había nadado en piscina, rodado una semana con la bici y corriendo, iba justito. Pero como os dije antes, ¡ILUSION Y GANAS!
Era la primera e iba perdido del todo, preguntando todo para no meter la pata, y amigos ¡LO HICE!
Cuando pasé la meta,me puse a llorar como un niño. Sólo yo sabía lo que me había costado, lo que había sufrido y lo que representaba para mí. Atravesar ese día la meta, me cambió la vida. Fué la recompensa a toda mi lucha anterior y había ganado.
¿Pero sabéis cual fué la mayor recompensa? Conocí un deporte nuevo para mí, en toda su esencia. Sabía que nunca iba a ganar un triatlón, pero que más me daba si había disfrutado como un enano entrenando y haciéndolo.
¿Resultado? ¡Enganchado al triatlón! Tanto que en el 2013 acabé haciendo 4 triatlones Sprint y 4 triatlones Olímpicos y disfrutando en cada uno de ellos.
Y por el este amor por éste deporte, acabé entrando a formar parte de un equipo de tiatlón: ABSOLUT ESPORT TRIATLON y me puse bajo las órdenes de su entrenador, Alex Meroño, que desde el primer momento se volcó en ayudarme y hacerme mejorar día a día, y le estoy eternamente agradecido porque la evolución que he dado ha sido brutal.
Mi historia sigue en el 2014, pero os la contaré el próximo viernes en el próximo post.
Gracias amigos por leer mi historia y por seguir mis evoluciones.

IT’S YOUR TIME!!!!