Elisabet Zamorano Martínez


Presentación Elisabet Zamorano Martínez


Me presento a los lectores, soy Elisabet Zamorano Martínez, nací en Barcelona el 23 de enero de 1986, en la primera nevada que hubo en la ciudad desde hacía años, ya dando guerra… A los 6 meses los médicos no daban más de 24 horas y una de las tantas soluciones era alejarme de la ciudad y vivir rodeada de vegetación, a parte del tratamiento oportuno. Mis padres sin dudarlo cada día hacían más de 60km para poder vivir en la montaña. Aquí empezó la afición de hacer camping, cada día festivo que ellos tenían nos íbamos a Gerona para disfrutar de la montaña, fue así como empecé con mi afición al deporte. A los campings íbamos muchas veces entre semana y mi padre se encargó de enseñarme a ir en bici y la de cosas que me ofrecía la montaña, en la que me dejaba llevar por los caminos o por mi fiel compañera, mi perrita Cyndi, con la que descubríamos paisajes y aventuras.

Aparte también en el colegio hacía gimnasia artística y piscina. Con la gimnasia disfrutaba pero para mí sólo era arte y no acababa de disfrutar, en cambio con la piscina, que aprendí sola, disfrutaba y fue entonces cuando mis padres decidieron inscribirme para recibir clases y además poder participar en competiciones. Lo mejor de esa experiencia fue que cuando lo recuerdo me entra la risa, porque cuando iba en mi carril compitiendo por la medalla, iba en primera posición y cuando me distraía buscando a mis padres perdía mi ventaja, jajaja. Hay que decir que sí, gané varias medallas de oro, plata y bronce, pero he de decir que mi gran disfrute era eso, disfrutar de mis amigos, mis aficiones y no concretamente competir, sino divertirme.
A los 11 años nos mudamos de Barcelona para vivir en Rubí, donde mi vida cambió totalmente, hice mis primeros amigos y ese mismo verano en la feria del comercio del pueblo, mientras paseaba con música y amigos descubrí mi verdadera motivación por el deporte. El entrenador del equipo femenino de voleibol de Rubí, se acercó para preguntarme la edad y si practicaba este deporte en cuestión, fue entonces cuando me explicó en qué consistia y es aquí donde despertó mi pasión por éste. Tenía que comentarlo con mis padres pero me entusiasmó lo que aquella persona me explicó, un deporte en el que los valores del compañerismo y trabajo en equipo eran fundamentales, algo que aún tan sólo teniendo 11 años encajaba en mi manera de ser.

Mis padres al ver con el entusiasmo que les expliqué lo que me habían ofrecido y sabiendo la afición que tenía por el deporte y mi manera de ser, decidieron apuntarme a un campus de verano que se celebraba en el polideportivo de Rubí, allí conocí a mis compañeras y lo que sería mi futuro equipo.

Fue una época de cambios, lugar de residencia, colegios y además aficiones. Hasta acabar la primaria, seguía yendo al colegio en Barcelona, no impidiéndome poder asistir a los entrenos, llegaba un poco justa a las 18 pero formaba parte del esfuerzo que conlleva poder hacer algo que te guste.

En esta etapa fue donde yo quería dar un salto en el voleibol y hablando con mi entrenador decidió proponer a mis padres que jugara con la categoría superior ya que podía por edad y estatura. Esta decisión fue difícil y dura ya que mis padres no querían que afectara en mis estudios, después de hablar con ellos les dije las ganas que tenía por jugar en la otra categoría y a la vez que daría el 100% en los estudios. Ellos llegaron a entenderme y aun con los cambios de horario para entrenar y que los fines de semana nos teníamos que desplazar para jugar los partidos accedieron a ello, cosa por la que siempre les estaré agradecida.

Después de tanto insistir, rogar y pedir ya pasó el primer año de Rubí, llegó de nuevo el verano y volví a hacer el campus, con el que entramos en unas directrices, mis padres se ponían serios con el entrenador y le exigieron que si yo bajaba mi nivel de estudios, dejaba el voleibol, que si me implicaba el tener que madrugar para ir al colegio y no lo soportaba, dejaría el voleibol, etc. A todo esto, mis padres decían que no querían ir de partido en partido por la disponibilidad laboral de ellos, así que entre ellos llegaron a su conclusión, la que podéis tener clara. Mi resignación fue que el entrenador pactó que ese año me permitía entrenar con ellos y que al siguiente año ya lo hablaríamos. En la entrada de esa temporada, había que hacer la ficha y por la que el entrenador explicó a mis padres la posibilidad de federarme y ellos aceptaron; en aquella época sólo tenía 13 años. Desconocía el fin de esas pruebas, jamás las había hecho, no tenía idea de qué objetivo tenía la posibilidad de ser federada, no entendía la importancia en hacerlas, así que yo las hice sin más, con la fuerza que tenía y con la sencillez y humildad propias, pues de allí salí con una noticia, que esa fue la que cambió totalmente mi vida de cara al deporte y en concreto a éste, al voleibol. La federación Catalana Joaquim Blume me reclamaba para entrar en su equipo, reclamaban que volviera para poder hacer otras pruebas. Mis padres hablaron con el entrenador, hice la entrevista y estaba delante de una opción de futuro, pero por la que mis padres no cedían, ya que era muy joven. La federación lo entendió. Al año siguiente fue la misma federación la que reclamó mi presencia para volver a hacer las pruebas para federarme otro año más. Durante el año, había demostrado a mis padres que yo quería, que podía con todo, porque había ido compaginando entrenos, estudios y aficiones sin ningún problema. Ese año ya iba a ser más fácil, porque empezaba el instituto en Rubí, así que ya no tenía que hacer esos madrugones de las 6 de la mañana para ir al colegio. La decision fue que aceptaban que dedicara el tiempo para los entrenos y partidos. Una vez hablado con mi entrenador, hicimos las pruebas y para mi sorpresa volvieron a reclamarme, querían que formara parte de la federación, pero yo tenía 14 años y eso de tener que estar interna allí toda la semana, además de los exigentes entrenos y de los partidos todos los fines de semana, a mis padres no les gustaba, así que otro año más sin entrar, decidí demostrar a mis padres que me lo merecía y que era lo que quería, después de sacar buenas notas, una buena deportista dedicada y motivada, conseguí convencer a mis padres de que en la próxima convocatoria lo aceptaríamos.

Pues así fue, ese día llegó, las pruebas y la llamada de la federación, no me lo podía creer, ya que ese día había habido mucha más gente, mucha competencia, me hicieron más pruebas, a cada cual más difícil, pero llego el día de mudarme a la Federación Catalana de Joaquim Blume. Qué impresión el entrar allí con la maleta en la mano y ropa de deporte, porque ya iba a empezar mi nueva vida, nuevos entrenos. Madre mía dónde me estaba metiendo…

Ese mismo día ya empezó el entreno y por la noche llamaron mis padres para saber qué tal me había ido y yo llorando dije: ¿qué es lo que estoy haciendo y dónde me he metido? Fue una experiencia dura, muy dura, tuve que elegir entre amigos y deporte, entre familia y deporte, una época que os contaré con todo detalle más adelante.
Mi carrera deportiva ha continuado hasta ahora y seguirá así, con mi intención de aprender nuevos deportes y nuevas formas de verlo. Concretamente os escribo desde el sofá, con la pierna en reposo por haberme lesionado este pasado fin de semana practicando mi primera carrera y para nada la última, Spartan Race Sprint, pero como ya os iré explicando no ha sido ésta mi primera lesión, por desgracia ha habido muchas y por las que he tenido que aprender a luchar por mis recuperaciones para seguir con lo que más me gusta, el deporte.

Así que espero no haberme enrollado mucho con mi vida, porque aún me queda mucho que contaros. Me gustaría poderos transmitir lo que es para mí el deporte y lo importante que ha sido en mi vida, tener la oportunidad de describiros estas sensaciones vividas y que podamos compartir experiencias juntos.

Un cordial saludo y hasta pronto.
Elisabet Zamorano Martínez
Un abrazo.

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