Sergi Mota Rovira


EL ESGUINCE DE TOBILLO


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Es una de las lesiones más comunes de los corredores. Es traumática, no por el sobreuso como suele ser más frecuente en este deporte.
El esguince de tobillo se trata de una lesión a nivel de los ligamentos del tobillo (distensión o rotura, dependiendo del grado de lesión), siendo más afectados frecuentemente los ligamentos de la zona externa del tobillo. El mecanismo más frecuente por el que se producen los esguinces es la torcedura en inversión, es decir, cuando queda la planta del pie hacia dentro, produciéndose la lesión en los ligamentos externos del pie.
Menos frecuentes son las torceduras en eversión en las que la planta del pie queda hacia afuera y se lesionan los ligamentos internos del tobillo. De esta manera, los ligamentos se alargan, llegando en ocasiones a romperse por no soportar tanta tensión.
Los ligamentos laterales externos del tobillo suelen ser los afectados en la mayoría de esguinces de tobillo, aunque también se produce este tipo de lesión en la parte interna de la articulación.

CÓMO DETECTARLO
Hay tres signos que pueden indicar que se trata de una lesión grave: la incapacidad para apoyar el pie lesionado, la aparición de hematoma y por último, la percepción de un pequeño chasquido en el momento de la torcedura, que puede indicar una fractura.

CÓMO PREVENIRLOS
La mejor prevención para evitar un esguince de tobillo es llevar las zapatillas suficientemente ajustadas y evitar terrenos abruptos. El trabajo de propiocepción (equilibrio con tu propio peso) es una forma sencilla de potenciar los tobillos y evitar los tan temidos esguinces.  Puedes desarrollarlo sobre el propio suelo o sobre alguna plataforma que dificulte el ejercicio.
Por otro lado, también serían muy útiles los trabajos de potenciación muscular y equilibrio, fundamentales tanto para un correcto tratamiento como para la prevención de esguinces de repetición.