Las chicas de zenón


Noies de Zenón: Alba Guerrero


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31 años. De profesión periodista, amante de los libros.

“Siempre recordaré la primera vez que salí a correr. Fue el 1 de agosto de 2008. A las 12 del mediodía, para más señas. ¿Me había vuelto loca? Seguramente… El caso es que salí con la idea de acompañar a un amigo a ponerse en forma. Lo que no sabía es que la que acabaría enamorada de este deporte sería yo.

Lo que me enganchó fue la facilidad con la que correr me permitía conectar conmigo misma, alejarme de los conflictos para mirarlos con perspectiva, y ser capaz de volver a casa con una sonrisa en la cara, sin importar lo bueno o malo que hubiera sido el día.

A pesar de todo, no fue tan sencillo acostumbrarme. A mi cuerpo nunca le ha gustado demasiado el calor y se quejó mucho, aquel verano. Pero a base de cabezonería e ilusión, acabé corriendo cada vez más quilómetros. A medida que lo conseguía, mis luchas internas, mis miedos y mis dudas se iban diluyendo. Y yo me sentía mejor, disfrutaba.

Mi primera carrera fue la cursa dels Bombers en 2009, que corrí con unos cascos en los que sonaba, no es broma, un audiolibro en inglés. Obviamente, no me enteré de nada, y el último quilómetro pasé de los cascos y me dediqué a disfrutar de lo que estaba a punto de conseguir. ¡Lloré, reí y me sentí invencible! Aquel año seguí corriendo pero aun tímidamente, sin tomármelo demasiado en serio.

Mi verdadera pasión llegó en abril de 2010. A partir de entonces empecé a enlazar carreras, me inscribí en una asociación de corredores y empecé a conocer a gente maravillosa. Cada vez, correr tenía más sentido y ocupaba más espacio en mi vida.

Ese mismo año corrí la Behobia-San Sebastián y participé en un triatlón; En 2011 empecé a correr medias maratones y en 2013, con 29 años, me convertí en maratoniana. Fue en Barcelona, y aún se me pone la piel de gallina cuando lo recuerdo.

2014 fue un año de transición, en el que mi camino se cruzó con personas maravillosas, y empecé a probar la montaña. ¿Resultado? ¡Enamorada! En todos los sentidos, además.

Echando la vista atrás, correr no fue una decisión propia, pero acabó convirtiéndose en una necesidad, lo único que me da ese equilibrio esencial en mi vida. Desde entonces he participado en más de 150 pruebas (¡madre mía!), de entre 5 y 60 quilómetros.

Mi próximo reto es la trailwalker: 100 kms en compañía de unas mujeres que a cada paso del camino que he recorrido con ellas me han enseñado lo que es la fuerza de voluntad, la capacidad de lucha y, por supuesto, el poder de un abrazo sincero. Esas son mis chicas de Zenón, y yo, ¡orgullosa de ser una más! Y Zenón, nos acompañará cada metro de la prueba. Al fin y al cabo, es él quien nos está ayudando a hacer realidad este sueño.